Los prejuicios son, de hecho, una ventaja para nuestros cerebros y, en general, para el ser humano. A veces nos pueden llevar a ideas equivocadas, por ejemplo, lo que pensaste en el primer caso para esa persona.
Siempre puedes dar una segunda oportunidad y olvidar lo que hizo ella que te hizo pensar de esa manera. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de preguntarle a esa persona por qué hizo esa cosa que le provocó un juicio sobre esa persona.