¿Cómo el pesimismo de una persona influye en la conversación?

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Una conversación no es más que articular nuestros pensamientos. Los pensamientos siempre están influenciados por las personas que nos rodean, las experiencias que tenemos / tuvimos y las situaciones que nos rodean. Por lo tanto, la persona involucrada con nosotros en nuestra conversación nos influye con seguridad, mayor o menor. Obviamente, el tono de la persona tiene un mayor impacto en nosotros cuando los escuchamos.

Tomemos un ejemplo clásico de ver a un consejero mental. ¿Por qué buscamos su ayuda? Porque escuchan nuestros problemas, hablan sobre lo que podríamos hacer para deshacernos de ellos. Tienen un tono súper positivo en ellos que nos influye. Lo mismo ocurre con los amigos. Todo el optimismo de ellos desarrolla vibraciones positivas a nuestro alrededor. Cuando las cosas buenas causan tal impacto, ¿por qué el pesimismo no domina una conversación?

Los pensamientos negativos salen en un tono negativo (ira, depresión, etc.). Cuando escuchamos algo triste, nos lamentamos incluso por un corto período de tiempo. Y cuando eso está relacionado con nuestra vida, definitivamente nos afecta en gran medida. Su tono puede hacernos creer en lo que dicen que es correcto e inculcar ese sentimiento en nosotros también. Sin embargo, si somos lo suficientemente fuertes como para mantenernos en nuestros valores optimistas, el efecto puede ser más ligero.

Si no, el pesimismo avanza lentamente y nuestro proceso de pensamiento inclinado hacia él lo quema e incluso podemos terminar con una negatividad totalmente ocupada. Es por eso que los psicólogos siempre aconsejan estar con personas que son divertidas. Quien emite vibraciones positivas.

Una conversación es una interacción social, las interacciones sociales son, por defecto, influyentes, son influyentes porque en las interacciones sociales todos inconscientemente buscamos encajar o ser parte de ellos. Nuestros cerebros pueden detectar visualmente la atmósfera y el tono general de los sujetos. Dado que buscamos la aceptación y aprobación de los demás, nuestro simpático desencadenante se activa en cuanto a lo que consideramos apropiado para mantener nuestro estado en el grupo. A su vez, esto equivale a coincidir con el tono de la emoción más fuerte que todos perciben como parte del grupo. Esto se hace de forma autónoma sin que nos demos cuenta. Es por eso que cuando estás en un entorno divertido y hay un macho alfa haciendo bromas estúpidas, no importa lo retrasadas o estúpidas que puedan parecer, el resto del grupo los seguirá y se reirá con ellos.