La gente rara vez juzga las nociones; nosotros, en cambio, juzgamos las fuentes de información. La mente humana ha evolucionado para juzgar la confiabilidad, el carácter y las intenciones de las personas durante el tiempo que ha existido una mente humana. Somos bastante buenos para juzgar a las personas, en el sentido de que es un tipo de procesamiento mental autónomo y sin esfuerzo. Literalmente no puedes dejar de formar opiniones sobre las personas. Estamos programados para hacerlo.
Por otro lado, evaluar críticamente los hechos arbitrarios es un fenómeno evolutivo relativamente reciente. Nuestros cerebros solo pueden juzgar la verdad o la falsedad de una noción compleja con bastante esfuerzo deliberativo. Incluso si el pensamiento de un momento indicará que una noción popular debe estar equivocada, la mayoría de las personas, naturalmente, no están dispuestas a gastar ni un momento la capacidad mental. En su lugar, utilizamos la heurística (atajo) de juzgar la confiabilidad de la persona que le informa la información. “¿Tiene alguna razón para mentirme? ¿Es generalmente confiable? Si es así, aceptaré lo que dice”. Esto no es pereza o incluso una elección consciente: es el cerebro el que prefiere utilizar un proceso automático y programado en lugar de un proceso deliberado y aprendido.
¿Pero por qué usamos la heurística? Debido a que este comportamiento cognitivo es muy eficaz para ayudarnos a tomar decisiones complejas sin ralentizar o gastar energía en evaluar piezas de información relativamente poco importantes. Esto es particularmente cierto cuando consideras que el escepticismo y la incredulidad realmente requieren que el cerebro consuma más energía. Las exploraciones cerebrales de personas que evalúan hechos parecen indicar que la comprensión y la aceptación de un concepto son esencialmente un solo paso cognitivo, mientras que la incredulidad requiere un paso de procesamiento adicional y un gasto de energía adicional. Los cerebros grandes ya consumen enormes cantidades de energía para formar y mantener, por lo que la eficiencia energética cognitiva probablemente fue bastante importante para la evolución de nuestros antepasados.
La consecuencia de todo esto es que las personas están predispuestas por la arquitectura cerebral básica para creer la mayor parte de lo que se les dice, y están muy inclinadas a creer lo que les dicen los miembros confiables del grupo. Esta ha sido una estrategia altamente efectiva a lo largo del desarrollo de la humanidad. Y esta premisa es un largo camino para explicar por qué nos resulta tan difícil ponerse de acuerdo sobre cuestiones fundamentales de la política, la ciencia o la religión. Creemos que las personas basan sus decisiones en hechos y lógica, por lo que discutimos con hechos y lógica. Pero la gente realmente basa la mayoría de sus decisiones en cuánto confían en la fuente de información. Tendemos a confiar mucho en nuestro grupo de pares, lo que nos hace aceptar sin lugar a dudas las nociones populares.
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