La humanidad tiene recursos suficientes (y con esto, me refiero a recursos reales: materias primas, tierras de cultivo, mano de obra, etc., nada que ver con el dinero) para que todos en el mundo sean ricos. Entonces, hay dos razones principales por las que tantas personas siguen siendo pobres.
1) Los recursos no están distribuidos uniformemente.
2) Muchos de nuestros recursos se desperdician.
Si intentas resolver el primer problema a través de la redistribución de recursos, habrá mucha resistencia. Esto se debe en parte a que incluso muchas de las personas más acomodadas del mundo tienen una vida menos cómoda. Pueden tener un iPhone y un televisor muy grande, pero tienen que trabajar muchas horas y no pueden estar seguros de que su plan de pensiones (si lo tienen) les proporcionará una jubilación cómoda.
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La solución definitiva a la pobreza radica en abordar el problema del desperdicio de nuestros recursos. En muchos sentidos, este es un problema increíblemente fácil de abordar. Existe una gama de políticas relativamente simples que podrían resultar en una mejora dramática en la eficiencia con la que utilizamos nuestros valiosos recursos. Entonces, cualquier problema de redistribución restante debería ser mucho más fácil de abordar.
La dificultad radica en lograr que las personas reconozcan cuán ridículamente ineficientemente manejamos nuestras sociedades en este momento. Las personas están tan centradas en estadísticas sin sentido, como el PIB, que no ven, o se niegan a reconocer, los muchos ejemplos de ineficiencia ridícula que nos rodean cada día.
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