¿Por qué los artistas asombrosos se mueren de hambre y por qué existe algo así como el público ‘estúpido’ en general?

Ambos son estereotipos. Los estereotipos están ahí por una razón, generalmente. En lo que respecta al artista, es difícil ganarse la vida como artista. Aunque es posible pero requiere trabajo, mucho trabajo. Muchos artistas no están dispuestos a comprometerse con la cantidad de trabajo que se necesita.

No debería haber una cosa como el público en general estúpido. He oído que muchos artistas usan al público en general como una excusa para explicar por qué se mueren de hambre. Dicen esto porque no creen que sea la calidad de su trabajo artísticamente o desde un punto de vista empresarial.

Discutiría contra las actitudes insultantes que podrían apagar a los fanáticos, coleccionistas y espectadores. En muchos de estos casos, los artistas que tienen ese pensamiento afectan su actitud. Malas actitudes, pues no ganan el juego.

Los “artistas impresionantes” son individuos que han emprendido el viaje para viajar a los rincones internos de su propio ser. Lo que encuentran se expresa en su arte. Al viajar a tales lugares, uno no puede evitar darse cuenta de la inutilidad de luchar por la seguridad materialista, ya que tal esfuerzo no tiene absolutamente ninguna garantía de felicidad o seguridad. En cuanto a los “estúpidos”, no se les puede culpar por no saber o por no estar dispuestos a viajar a los horrores de su propio ser infinito. Y así hacen lo que se les dice y lo que se les dice es “producir para el bien del capitalismo y tendrá todo lo que necesita en forma de comodidades materialistas”. Hilarantemente, esto es con lo que el “Diablo” tentó a Jesús en el desierto, por lo que es gracioso que muchas de esas personas materialistas sean cristianos temerosos de Dios. Pero yo divago…

El público no es estúpido. El público tiene otras prioridades.

El público está interesado en la autoconservación y gratificación.

El artista impresionante está interesado en la expresión.

La inanición del artista termina cuando su expresión satisface el apetito del público por la autoconservación o la gratificación.