Hay dos respuestas posibles a esto:
1) Cuando alguien comienza un negocio, le apasiona convertirlo en una historia de éxito. A veces esa pasión se convierte en una obsesión y, a pesar de perder demasiado dinero al tratar de hacer que las cosas funcionen, él / ella sigue invirtiendo. Entonces se vuelve más como un juego en el que uno sigue perdiendo hasta que no le queda nada más para apostar.
Es por eso que en los negocios es muy importante saber cuándo terminar, al igual que en el mercado de valores, uno tiene que establecer el stop-loss.
2) Luego están los que ven el futuro en su negocio. No creen en líneas imaginarias y tales pérdidas son meros obstáculos para ellos. Alteran su forma de hacer negocios si surge la necesidad y continúan para convertirse en historias de éxito.
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