No es una excusa. Es un reconocimiento de hecho.
Si arruino algo, saber que fue un error involuntario no me exime de la responsabilidad por los problemas que he creado. Tampoco disminuye mi obligación de enmendar y corregir mi (s) error (es) lo mejor que pueda.
Reconocer la falibilidad humana no es una coartada para los errores. Es un recordatorio de que debemos planear los errores inevitables y hacer los preparativos para enfrentarlos.
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