Odio las cosas por las que termino agradecido todo el tiempo:
- Cuando mi enamorado de la escuela primaria no quería “salir” conmigo
- Mis padres me dan un toque de queda y no me permiten salir a fiestas toda la noche
- Fallando todo el tiempo. Escucho “no” constantemente cuando trato de encontrar nuevos clientes para trabajar
Pensamos que todo tipo de cosas son malas para nosotros. Los odiamos porque no queremos que sucedan o nos causan incomodidad o pensamos que las cosas deben ser de cierta manera. Partes de nosotros mismos, los hábitos de nuestra pareja, el clima. Y la mayoría de las veces no tenemos control sobre ellos. Se supone que no debemos.
No podemos saber lo que es bueno o malo a gran escala.
Recuerdo un viejo cuento budista de un granjero:
- ¿Por qué algunas personas usan la palabra ‘seguro’ de manera incorrecta?
- ¿Cuál es la actitud finlandesa en el espacio personal?
- ¿Por qué nos quedamos en blanco?
- ¿Por qué la gente se niega a salir con personas célibes?
- ¿Por qué el feminismo se ha convertido en sinónimo de odiar al hombre?
Allí vivía un viejo granjero que había trabajado en sus campos durante muchos, muchos años. Un día, su caballo salió disparado. Sus vecinos cayeron para compadecerse de él. “Qué mala suerte”, le tutearon con simpatía, a lo que el agricultor solo respondió: “Ya veremos”.
A la mañana siguiente, para sorpresa de todos, el caballo regresó, trayendo consigo otros tres caballos salvajes. “¡Qué increíble es eso!”, Exclamaron con entusiasmo. El anciano respondió: “Ya veremos”.
Un día después, el hijo del granjero trató de montar uno de los caballos salvajes. Fue arrojado al suelo y se rompió una pierna. Una vez más, los vecinos vinieron a expresar sus simpatías por este golpe de mala suerte. “Ya veremos”, dijo el granjero cortésmente.
Al día siguiente, el pueblo recibió algunos visitantes: oficiales militares que habían venido con el propósito de reclutar a jóvenes en el ejército. Pasaron por el hijo del granjero, gracias a su pierna fracturada. Los vecinos le dieron una palmada en la espalda al granjero, ¡qué suerte tuvo de no tener a su hijo en el ejército! “Ya veremos”, fue todo lo que dijo el granjero! (fuente)
Podemos aprender a estar agradecidos por todas las cosas. Escuchar el “no” varias veces al día y aprender a recuperarme me enseña a tener resiliencia. Aprender de mis errores me ayuda a mejorar la forma en que me acerco a las personas. Continuar una relación amistosa con alguien que me ha rechazado me enseña humildad y podría dar lugar a una oportunidad en el futuro.
¿Está siendo rechazado malo? Ya veremos.
Sé que trato de estar agradecido por todo esto.