No hay excusas para el fanatismo. Uno no puede culpar al sistema oa otras personas por sus propias decisiones y decisiones. Simplemente refleja una intolerancia de mente estrecha, una cosmovisión manchada que reduce a las personas al color de la piel, a la religión, a la nacionalidad. En otras palabras, encontrar excusas para el fanatismo solo traiciona una espantosa ignorancia.
Hay una línea fina que se puede trazar entre la forma en que nos criaron y nuestras propias opciones. Esta línea se llama conocimiento. En última instancia, también se conoce como responsabilidad.
Como niños, generalmente no tenemos nada que ver con las creencias o el comportamiento de nuestros padres. Proporcionan nuestro sustento y bienestar y nos hablan del mundo tal como lo ven. No siempre nuestros padres tienen razón. Algunas de sus ideas pueden estar manchadas por prejuicios o ignorancias olvidadas. Por mucho que nos gustaría ver a nuestros padres como personas perfectas, no lo son.
A medida que crecemos y comenzamos a experimentar discernimiento, aprender sobre nuevas posibilidades y ampliar nuestra comprensión del mundo, se vuelve difícil cumplir con un conjunto contradictorio de reglas. Si esas reglas fueron impuestas por nuestros padres, políticas o prácticas sociales, no significa que sean correctas o absolutas.
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En China existía la práctica social de aplicar una atadura fuerte a los pies de las jóvenes. Causó una severa deformidad que impidió a las mujeres caminar. En lo que respecta a las prácticas de la sociedad, es posible que nadie pueda tolerar que la unión del pie sea aceptable simplemente porque es un producto del sistema.
Finalmente, no somos subproductos del sistema. Esa es una frase muy elegante para redimirnos de nuestras responsabilidades. No somos robots mecánicos incapaces de pensar y sentir.
No dejes que las excusas se interpongan entre tú y el mundo en el que vives.