Aprendí muy temprano en mi vida que no soy un buen mentiroso. Me ha resultado muy difícil ocultar mis mentiras y siempre me han pillado. Ya sean mis padres o en la universidad, ha habido muy pocas circunstancias en las que se han salido con la suya con una mentira.
También termino sintiéndome muy culpable y confieso más temprano que tarde.