Estudiar actuación ha sido personalmente enriquecedor porque me ha enseñado a tomarme el tiempo para imaginar cómo podría ser la experiencia de la vida de otra persona. Mirar profundamente cómo nuestros pasados y las circunstancias de nuestra primera infancia nos moldean como personas. También me ha enseñado a cuidar a mi niño interior, a permitirme la libertad de jugar en el escenario y delante de la cámara.
También me ha enseñado que si puedo mirar profundamente a un personaje para descubrir sus motivaciones y necesidades, puedo hacer lo mismo con las personas. Puedo usar esto como una herramienta para comprender mejor de dónde viene otra persona, lo que me ha convertido en una persona más compasiva. A veces las personas solo necesitan sentirse escuchadas y ser actor me ha enseñado a escuchar realmente.