Decir que la evolución es responsable como una respuesta para cada pregunta sobre la humanidad, por supuesto, siempre será correcto. Pero solo en el sentido existe la evolución y, de hecho, continúa. Un perro ladra a causa de la evolución. ¿O es porque ese tipo se rompió por la puerta de atrás? Una respuesta bastante más sucinta sería que el ego de uno (sí, sin duda un producto de la evolución) existe para recordarnos constantemente que somos un individuo único. Nos sentimos atraídos por la adulación al creer que merecemos estar en la cima, ya que no hay nadie más como nosotros. Tan poderoso es el ego humano que nos dice qué pensar, qué creer, qué nos gusta, qué no nos gusta. El ego puede hacernos creer que en realidad somos mejores que los demás. Un ego que ha sufrido malos tratos puede convencernos con la misma facilidad de que no somos tan buenos como los demás y que no merecemos nada. Está allí principalmente para aumentar nuestra confianza en uno mismo de la misma manera que el Mago de Oz le dio coraje al León cobarde. El ego puede susurrar historias fantásticas en nuestra mente que estamos demasiado listos para creer. Tan listos estamos para creer las fantasías fabricadas por nuestro ego que puede hacernos creer fácilmente que no solo tenemos razón, sino que otros están equivocados. El ego fomenta todos nuestros prejuicios y, al mismo tiempo, puede convencernos fácilmente de que somos completamente imparciales. Tan intensamente el ego quiere que nos vean como mejores y especiales, nos puede convencer de mentir y engañar si es necesario para lograr ese objetivo.
Entonces, si bien la evolución puede describirse como la supervivencia del más apto, la mente del hombre ha evolucionado para convencernos de que somos los más aptos. A veces incluso cuando no lo somos.