Uno de mis primeros negocios fue un blog que comencé en 2012. El blogging era una de las tendencias más populares en ese momento y ¡quería participar!
Estaba seguro de poder replicar el éxito que vi en línea, así que hice un gran plan, leí todos los libros, encontré un mentor y comencé a viajar a mi oficina (Starbucks) todos los días.
Avancé nueve meses y estaba agotado, frustrado y sintiéndome como un completo fracaso. Mi blog no había logrado ganar un solo dólar, y estaba seguro de que era el escritor más lento en la historia de los blogs.
Decidí dejarlo todo. No toqué el blog durante un año.
- ¿Por qué mi hombre actúa como si me odia?
- ¿Cuáles son los beneficios de entender a tu enemigo?
- ¿Es usted el tipo de persona que disfruta escuchar el ruido del “abarrotamiento” cuando una persona está haciendo lo que necesita en un baño público?
- Si alguien no te toma en serio, ¿sigues siendo serio con ellos?
- ¿Qué pasa con los mentirosos patológicos? ¿Realmente esperan ser creídos?
Entonces, sucedió algo gracioso.
Revisé mis datos de tráfico y descubrí que recibía más tráfico que nunca, ¡a pesar de haber ignorado el sitio durante un año!
En otras palabras, todo lo que hice funcionó, ¡simplemente no sabía que funcionaba en ese momento!
Para entonces, me había mudado a un nuevo proyecto y no tenía el ancho de banda para volver y reanimar el sitio web.
Pero aprendí una valiosa lección.
Mi perfeccionismo me había impedido ver mi propio éxito, incluso cuando lo estaba experimentando.
Así es como el perfeccionismo mata tus metas. El ciclo es así:
- Usted establece una meta.
- Trabajas duro, pero te pierdes la meta.
- Usted infiere que debe haber fallado.
- Tu te rindes.
Ahora, aquí está la alternativa, con un pequeño consejo extra:
- Pon una meta.
- Desarrolle un sistema que esté diseñado para ayudarlo a alcanzar la meta.
- Trabaja duro y mide tus resultados.
- Evalúa tu desempeño y alimenta las lecciones que aprendes de nuevo en el sistema .
- Sigue adelante.
- ¡Alcanzar la meta!
En pocas palabras: el perfeccionismo es una forma segura de fallar, incluso cuando lo estás logrando.
En su lugar, trata tu trabajo como un experimento. Prueba, aprende, itera y, finalmente, no tendrás más remedio que alcanzar tus objetivos.