Los humanos han disfrutado historias sobre humanos con habilidades sobrehumanas, al menos desde que contamos historias de Hércules y Sansón hace miles de años.
Está en la naturaleza de los humanos (y otros animales inteligentes) tener imaginación. Es decir, visualizamos una meta deseable y luego creamos una fantasía para nosotros mismos en la que la alcanzamos. Al ver un plátano, por ejemplo, un mono podría imaginarse a sí mismo comiéndolo, y eso le permite crear una estrategia, como trepar a un árbol, que le permitirá obtener el plátano, su objetivo.
Los humanos quieren obtener cosas para sí mismos y para aquellos que están cerca de ellos, y también, como animales sociales, quieren la admiración de sus compañeros. Una de las formas en que podemos obtener esos resultados deseables es tener cualidades que nos ayuden a hacer lo que hacemos, incluidas habilidades como mayor fuerza, piel más fuerte, etc.
Algunas de estas habilidades se pueden obtener hasta cierto punto. Podemos convertirnos en mejores arqueros practicando, mejores luchadores trabajando y fortaleciendo nuestros músculos.
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Otras habilidades no se pueden alcanzar de una manera directa, pero se pueden imaginar. Podemos ver, por ejemplo, que un pájaro puede volar, y así podemos imaginarnos como si pudiéramos volar, y qué haríamos si pudiéramos: ir de un lugar a otro, impresionar a nuestros amigos, etc.
Esas habilidades deseadas se convierten en sujetos de nuestras fantasías. En las fantasías, imaginamos que tenemos las herramientas que necesitamos para lograr objetivos deseables: admiración, riqueza, victoria, compañeros. A menudo son poco realistas o exagerados, pero todos tienen el mismo propósito: animarnos a alcanzar una meta.
Los seres humanos difieren de los animales en un aspecto importante: tenemos lenguaje y podemos comunicar nuestros pensamientos a los demás. Y a veces eso significa comunicar fantasías para alentar a otros, especialmente a los niños, a alcanzar la meta.
Esas historias se llaman ficción y como son fantasías, a menudo involucran la creación de un héroe como Hércules o Superman que exhibe atributos ideales, no solo atributos físicos como la fuerza, sino también atributos deseables como el coraje, la decencia y la valentía.
Nunca tendremos las habilidades sobrehumanas de un superhéroe, pero podemos volvernos más fuertes, más valientes y más heroicos, y es por eso que contamos estas historias, para alentar a las personas a que lo hagan más.