Hay honestidad en la virtud, pero su mayor valor es cuando uno está abierto a recibirla. Eso es cierto, ya sea que seas honesto contigo mismo o con alguien más. La honestidad puede ayudar a las personas a sanar y entender …
La brutalidad no cura, hiere. Hace que las personas se pongan a la defensiva y es probable que no escuchen el mensaje importante que se pretende.
Contrariamente a lo que muchos creen, la honestidad brutal requiere fuerza y valor. A menudo, es la verdad utilizada como arma.
La compasión y el tacto requieren fuerza personal. Requiere mucho más autoconciencia, empatía y confianza para edificar a alguien que para derribarlos. La honestidad compasiva guía a las personas hacia la Verdad sin daños innecesarios.
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Tengo una política personal de ser siempre honesto, pero siempre con la intención de fomentar el crecimiento y la aceptación, y no intento forzar a alguien más de lo que está listo para tragar.