Las personas normales y sobrias tienden a controlar su ira y comportamiento violento. Es muy posible que se sientan enojados y sean propensos a la violencia cuando se los presione, pero fundamentalmente la mayoría de las personas sobrias tienen la suficiente claridad para apreciar las costumbres de la sociedad y las leyes que restringen este comportamiento.
El alcohol reduce la inhibición. Las personas bajo la influencia del alcohol pueden ser menos tímidas y más sociables, más comunicativas y, por lo general, más relajadas que cuando están sobrias (por lo tanto, al alcohol se le conoce como un “lubricante social”: engrasa las ruedas de la conversación). Sin embargo, la otra cara de esa moneda es que hay personas que son violentas y enojadas por dentro. Las personas que albergan ira acumulada y tendencias violentas latentes pueden perder su control sobre ese comportamiento cuando están bajo la influencia.