Hace casi 400 años, René Descartes pensó mucho en esta pregunta, y se le ocurrió la famosa respuesta: je pense, donc je suis, generalmente citado en latín como: c ogito, ergo sum. Significa: “Pienso, luego existo”. Descartes creía que era lo único que podíamos saber con seguridad.
En realidad, el punto que Descartes estaba tratando de hacer era un poco más sutil: dijo que si dudaba de su existencia, demostraba que existía, porque debía existir para dudar. Cogito, ergo sum es más pegadizo, sin embargo.
Varios filósofos han cuestionado la lógica de la afirmación de Descartes, pero nadie realmente ha logrado mejorarla.