La gente en general cree que otras personas dejarán de hacer algo agradable y, en su mayoría, inofensivo porque es ilegal. Esto se llama “prohibicionismo”. Ha habido diferentes grados de fracaso a lo largo de las décadas, dependiendo de lo que hemos estado intentando prohibir.
La prohibición del consumo de alcohol se denominó “gran experimento” y dio lugar a un aumento masivo de delitos, muertes violentas y, sobre todo, un gran aumento en la cantidad de consumo de alcohol en general.
La prohibición de las drogas ha tenido el mismo efecto. Cuando la marihuana fue ilegalizada, fue un pequeño problema entre los músicos de jazz y los inmigrantes ilegales. Ahora se ha convertido en algo que entre el 15 y el 30% de la población se entrega anualmente. Entre 1970 y 2000, el consumo de cocaína se triplicó.
La prohibición de los juegos de apuestas es un poco más efectiva porque evita que los juegos de azar se filtren en la vida cotidiana, pero los hace más dañinos porque todavía ocurren de forma totalmente no regulada.
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Las prohibiciones de prostitución son completamente inaplicables porque es muy común. En Nueva York, solo una prostituta de cada cincuenta es arrestada. (Iba a decir “ve el interior de un crucero de la policía”, pero no creo que sea estrictamente cierto).
La información y las estadísticas sobre este fenómeno son incontrovertibles y, sin embargo, todos siguen insistiendo en que tienen que hacer el equivalente legal de tirar gasolina en un incendio.