Creo que la productividad está más determinada por tu estado de ánimo que por un lugar o una ubicación. Para mí, algunos factores importantes que contribuyen a que sea productivo son, en orden decreciente:
- El trabajo en sí mismo (motivación): realmente desea corregir el error que pensó que solucionó hace dos semanas para que pueda buscar cosas en Quora durante las horas de oficina.
- Mi estado emocional: ¿Se peleó con un ser querido que no se resolvió? ¿Hiciste algo de lo que te sientes culpable?
- Mi estado físico: tal vez no fue una buena idea hacer ese conjunto extra para cada ejercicio en el gimnasio.
- Mis alrededores: ¿Han llamado tus vecinos al carpintero un sábado por la tarde mientras intentas terminar el libro que empezaste hace muchos sábados?
- Hora del día: las tardes, especialmente después de un almuerzo pesado me dan sueño.
Tratar de ser productivo en el trabajo o en su hobby a pesar de lo que pueda estar pasando en su vida es una cuestión de establecer prioridades y trabajar con objetivos realistas y alcanzables.
Lo que también debe tenerse en cuenta es el sentido de disciplina, mental y físico del individuo. Su capacidad para ejercer un marco de reglas en su mente y cuerpo y cumplir con estas reglas para ser productivo.
El “lugar correcto” para mí es la combinación óptima de todos estos factores y no tanto una ubicación física. PERO puede suceder que una ubicación física pueda facilitar incluso acelerar su logro de este estado mental. Este puede ser el caso si se ha unido al escritorio, a esa silla o a cualquier otro elemento que fue parte de su vida durante el cual estaba tratando de lograr algo que podría llamarse un hito.
En mi hogar, tengo uno de esos escritorios que usé durante mis grados 11 y 12 para estudiar algunas de las pruebas de ingreso estándar y los exámenes que determinan su admisión a una universidad “buena”. Como muchos, estaba muy motivado para llegar a algunos de los mejores institutos de mi país para estudiar ingeniería. Mi padre tenía esta versión para mí ya que tenía un hermano menor que heredaría mi antiguo escritorio (que también me encantaba) como su “lugar de estudio”. Lo vi como una especie de “mayoría de edad” y sentí que tenía que estar a la altura de las expectativas que uno tendría naturalmente de un individuo que estaría sentado en un escritorio tan agradable.
Es este escritorio el que para mí se convirtió en parte de mi identidad durante esos dos años. He tenido mis momentos más profundos de introspección en ese escritorio. He estado al tanto de mis pensamientos más íntimos, las inseguridades más profundas y las ambiciones sinceras. También he tenido algunos de los momentos más intelectualmente satisfactorios y las fallas mentales más oscuras en ese escritorio. Como observador silencioso de todo esto, me dio esperanza y me motivó a dar lo mejor de mí, ya que su existencia sirvió como un recordatorio de lo que quería lograr.
Hasta este día, estar sentado en ese escritorio me da una sensación de calma y unidad, si así lo llamas, con mi trabajo y mi entorno. Me encuentro liberado instantáneamente del clamor de mi vida cotidiana y puedo trabajar en algo sin parar durante unas horas, ya sea aprendiendo una canción con mi guitarra, escribiendo códigos o simplemente leyendo libros.