Parece que has desarrollado un hábito. Lo más probable es que lo hayas tomado de alguien con quien te relacionaste mucho cuando creciste. Podría ser alguien en su familia o escuela o vecindario. Y probablemente, esa persona también lo escogió de alguien muy cercano a ellos. No hay necesidad de odiar a esa persona si ha identificado quién era porque se ha dado cuenta y está listo para cambiar.
Una solución simple:
- Encuentra algo agradable en cada persona con quien te encuentres o con quien interactúes. Todo el mundo tiene al menos una cosa que puedes aprender o admirar.
- Desarrollar la paciencia al tratar con personas. La paciencia ayuda mucho. Por ejemplo, cuando alguien está hablando, permítales terminar lo que tienen que decir.
- Aprende a respetar a las personas genuinamente. Incluso cuando no estés de acuerdo con alguien, en lugar de enojarte, escucha.
- Lo más importante es que no te odies a ti mismo por tus defectos y trabaja para mejorarte en todo lo que puedas. Recuerde, mejoramos cada día, solo si nos lo permitimos.
¡Buena suerte!
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