No podemos, porque querer es lo que nos hace humanos. Es lo que trae progreso, crea innovación, mantiene el flujo de la vida en movimiento. Si nos fijamos bien, la mayoría de nosotros tiene un sistema de deseos muy equilibrado: todos luchamos por lo que está justo fuera de nuestro alcance, cualquiera sea nuestro medio o habilidad, pero no por lo que instintivamente sabemos que es inalcanzable o irrazonable. Por ejemplo, todos, casi sin excepción, queremos trabajar un poco menos y ganar un poco más. No hay nada de malo en ello.
Una sociedad consumista explota este rasgo humano natural al convencerlo de que desee cosas más allá de su alcance y / o sus prioridades; por otro lado, algunas religiones y líneas de pensamiento abogan por frenar todos tus deseos. Ambos desequilibran nuestro sistema y traen frustración o estancamiento.