A mi tia le gusta viajar a Carolina del Sur. Ella va a la playa, pone una silla y se queda mirando el océano. De vez en cuando, ella se pasea por la ciudad, encuentra un buen restaurante y tiene una buena comida.
Durante mucho tiempo, no entendí esto. Siempre he viajado en busca del borde. Lugares extraños y gente interesante. Cuando viajo, rompo todas las reglas de conducta segura. Me mezclo en multitudes indisciplinadas. Hablo con extraños. Visito los lugares que me han advertido.
Entonces, ¿qué disfrute podría ella derivar de esto? A mi me parece que nada.
Pero, no se podía negar que ella disfruta enormemente de sus viajes.
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Al verla allí un día, se me ocurrió. Esto es todo lo que ella quiere. Para ella, el sonido del océano y el vacío de la mente son tan extraños y novedosos para ella como lo es la rudeza de la multitud para mí.
¿Y dónde está el daño en eso?