Ciertas drogas (ayahuasca, psilocibina, LSD, DMT) lo ponen en contacto con el nivel trascendente de conciencia.
Los humanos que vivimos en el tiempo operamos en el nivel del dualismo: correcto e incorrecto, bueno y malo, blanco y negro, etc. Nos identificamos con formas específicas y esta es la raíz de todo sufrimiento humano.
Las experiencias psicodélicas pueden trascender todo esto: te sintonizas con la conciencia cósmica universal que va más allá de todo tiempo y juicio. Todo se convierte en uno.
Ya no te ves a ti mismo como un individuo, sino que eres parte de una fuerza vibratoria contribuyente en una conciencia energética infinita e infinitamente alegre.
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Aprendes que todo es energía, todo es una vibración y la luz de amor es la creación de todo. No hay bueno o malo, ese es tu juicio humano. Todo simplemente “es”.
Y es asombroso. Y también extremadamente difícil de comunicar en palabras.
Luego, después de este estado, cuando regresas a tu conciencia de vigilia humana normal, tratas de recordar los profundos conocimientos sobre el funcionamiento del universo y la conciencia cósmica colectiva, pero solo puedes recordar pequeñas fracciones, como un sueño que se desvanece lentamente de la memoria.