Nuestra relación con la sociedad es mutua. Tenemos que cuidar las opiniones y los principios de la sociedad en la misma proporción en que necesitamos algo de la sociedad.
Supongamos que usted es un político y aspira a convertirse en un ministro, un Primer Ministro o un Primer Ministro. Necesita el voto y el apoyo de cientos de millones de personas para lograr su objetivo. No hay absolutamente ninguna manera de evitar la opinión de la sociedad. Tienes que hablar, actuar y vivir como la sociedad quiere que seas, incluso en contra de tus convicciones y creencias.
Supongamos que no te casas y no te relacionas como amigos o familiares. No tienes que cuidar a tus padres que ya no están en el mundo. Ya has ganado suficiente riqueza en tu vida que puede durar toda la vida. Ahora puedes elegir convertirte en monje y retirarte a los Himalayas. Ya no tiene que preocuparse por la sociedad, ya que no necesita a la sociedad para ningún propósito.
Sin embargo, siempre que espere algo de alguien en la sociedad, tiene que devolverle algo.
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Tienes que cuidar de la sociedad mientras dependas de ella.
Tienes que cuidar a la sociedad tanto como lo necesites para tu propia felicidad y éxito.