Hace mucho tiempo, un hombre hizo una peregrinación para obtener una respuesta a la pregunta:. ‘¿cómo me doy cuenta?’
Se preguntó por ahí durante mucho tiempo. Hizo oraciones y escuchó sermones. Pero no encontró respuesta.
Un día, cansado y desilusionado, se sentó junto a una cueva. Mientras se sentaba, su mano tocó un pequeño vaso. “Si solo tuviera un paño para limpiar esto”, dijo con irritación y comenzó a rascarlo.
Tan pronto como el recipiente fue frotado, un Espíritu se levantó de él y dijo: “cualquiera que me despierte, estoy obligado a darle 3 deseos. Así que pregunte.”
- ¿Por qué todo lo que me rodea se relaciona con mi miedo actual sobre un posible embarazo?
- ¿Por qué la gente hace las preguntas más tontas e irreales que ni el mismo Dios pudo responder, en este sitio que no me deja darme de baja?
- Si te ofendes cuando alguien tiene un valor moral o ético diferente al tuyo, ¿no te hace eso inmaduro e hipócrita?
- ¿Alguna vez has conocido a alguien que toma todo personalmente?
- ¿Por qué algunas personas rara vez reciben una honestidad brutal?
El hombre estaba emocionado. “Dame riqueza”
“Concedido”.
Inmediatamente, el hombre vio innumerables piedras preciosas esparcidas a su alrededor.
“Ahora pide un segundo deseo” dijo el Espíritu.
“Hazme sabio”, dijo el hombre.
“Concedido”
Inmediatamente el hombre entró en meditación.
Nadie sabe cuánto duró.
Se sentó con los ojos cerrados.
Todavía. Tranquilo.
Durante meses o años – nadie lo sabe.
Finalmente, abrió los ojos y vio al Espíritu parado frente a él. Estaba pisoteando con impaciencia sus pies. “Rápido, pide el tercer deseo. No puedo irme sin conceder el tercer deseo “dijo.
El hombre miró al espíritu. Sus ojos, todo su ser estaba lleno de bondad. Luego, con infinita calma y compasión, dijo: ‘hijo, por favor, dame un paño para hacer brillar esta vasija’.
**fin de la historia**
No hay magia, no hay mantra para darse cuenta de uno mismo. La única forma es vivir en el momento y hacer cada trabajo con dedicación total.
La única advertencia es que el trabajo no debe ser perjudicial para sí mismo o para los demás.
Todo lo mejor.