Básicamente, es porque los humanos siempre tienden a caer en la trampa de discutir con otros. Esta es una característica instintiva que les hace hablar de otros interfiriendo descaradamente e invariablemente en los asuntos de las personas. Irónicamente, el mismo instinto los lleva a perder el control cuando escuchan que la otra persona lo hace.
Solución: lo mejor que podemos hacer es no molestarnos por lo que tienen que decir sobre nosotros y alejarse lo más posible de su negatividad. En última instancia, la vida consiste en absorber la positividad de alrededor y descuidar la negatividad.
Aquí hay una historia que podría servir como una solución increíble para su consulta.
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- ¿La gente valora menos un servicio profesional cuando no lo paga?
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No todos merecen su tiempo y atención.