Cuando estás en el público, pretendes ser, o tal vez, ser una buena persona: la que cede un asiento para una mujer embarazada o una persona mayor, la que dona a los templos / orfanatos, la que alimenta al hambre etc.
Pero el problema es que no eres tú.
Ese NO es el verdadero tú.
El “verdadero yo” es conocido por NADIE, pero tú. Todos llevamos una máscara, que a veces puede ser feliz, a veces triste e incluso enojada. Pero cuando lo eliminas, expones tus secretos más profundos y oscuros al mundo. Deja libre el mal podrido y oculto, que reside en lo más profundo de tu alma.
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Cuando tomas una decisión, la tomas con la máscara o sin ella.
Y voy a responder a esta pregunta sin mi máscara.
Si pudieras matar a todas las personas que odiabas, ¿lo harías?
Sí. Sin duda.
Pero me gustaría reservar esta acción solo para las personas más odiadas. Porque hay momentos en los que me odio no solo a mí mismo sino también a todo el maldito universo.
Ahora no queremos un apocalipsis, ¿verdad?