La pereza solo se debe a una cosa: falta de motivación.
Esta pérdida de interés puede deberse a muchos factores: hacer demasiadas cosas a la vez, surgen problemas más urgentes, etc., pero la única razón que he descubierto que me hace perder la motivación es la distancia entre mi progreso y mis metas.
Si tuviera que completar algunos deberes de matemáticas, me gustaría ver la cantidad de preguntas y, de repente, con una oleada de desinterés, me sentaba a hacer otra cosa.
El problema no era la dificultad de la tarea, sino una mala gestión.
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Para administrar las tareas de manera efectiva y lograr los objetivos, se me han ocurrido tres pasos que generalmente hacen el trabajo:
- Defina su meta Puede ser algo tan grande como alcanzar la cima de una montaña o tan pequeño como terminar su tarea.
- Dividir en tareas atómicas La palabra “átomo” proviene de la palabra griega “atomos” que significa “no cortable”. Divida su objetivo en puntos de control más pequeños hasta que ya no se puedan dividir. Esta es tu tarea atómica.
- Haga su trabajo Todo lo que realmente queda por hacer es hacer. Después de darse cuenta de cuál es su tarea atómica, la única forma de alcanzar su objetivo es completar la tarea de manera consistente.
Definir. Dividir. Hacer.
P.ej –
- Definir- quieres escribir un libro; Dividir: un libro no es más que una multitud de palabras, por lo tanto, la cantidad atómica es una palabra; Do- Escribe una palabra. Entonces hazlo de nuevo. Y otra vez. Y otra vez…
- Definir- Necesitas aprender una pieza para piano; Dividir: una pieza de piano es una multitud de notas, la cantidad atómica es una nota; Do- Sigue aprendiendo una nota tras otra.
El cerebro humano está programado para aceptar recompensas a corto plazo. Cuando analizo todos los problemas matemáticos que tengo, solo observo a largo plazo, lo que realmente no me atrae de manera subconsciente (o conscientemente).
En cambio, cuando lo desgloso para decir, un problema, es mucho más factible. Después de eso, pienso para mí mismo, “uno más no será tan malo”, y hacerlo de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, hasta que, antes de darme cuenta, mi tarea esté lista.
El truco para superar la pereza es hacer que las tareas parezcan más pequeñas y más factibles.
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