El peligro de una persona con trastorno de personalidad narcisista (NPD, por sus siglas en inglés) proviene del hecho de que no son emocionales ni están preocupados por los demás y que su capacidad emocional es estrictamente un punto de vista solipsista. La única vez que un NPD es emocional es cuando algo les molesta, no cuando alguien más lo está.
Normalmente, el NPD está enojado y vive para ridiculizar a los demás, ya que esto alimenta sentimientos de superioridad. Los NPD son buscadores de conflictos en lugar de contrarios a los conflictos. Son personalidades destructivas que se alimentan del caos y la miseria de los demás.
El NPD filtra todo a través del ego. Esta es su mayor fortaleza y, a la vez, su talón de Aquiles. Este punto de vista los mantiene altos en ataque pero bajos en resistencia, ya que son extremadamente susceptibles a las lesiones narcisistas. A diferencia de los estoicos que son inamovibles, los NPD son altamente provocados y generalmente responden con obstinación e ira infantil. Su estrategia consiste en abrumar a sus objetivos atacándolos brutalmente desde todos los lados y con intensa crueldad. La única forma de contraatacarlos es usar la estrategia narcisista que emplean o eliminar de su compañía.
Muchos cometen errores al comprometer el NPD con lógica, conexión emocional o sumisión. Estas acciones son similares a hablarles un idioma extranjero. El único lenguaje que entienden y respetan es reflejar su personalidad narcisista.
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Al final del día, el único cuidado de NPD es mantener sentimientos de superioridad a través del ridículo y la miseria de los demás. Esto es lo que los hace tan peligrosos para otros que están muy cerca.