Habría una Gran Depresión, como la que nunca veríamos.
Las empresas cerrarían. Los trabajos se perderían. Y, la miseria creada a partir de ella compensaría el 10% de compasión ganada.
Esta sería nuestra nueva normalidad.
Por ejemplo, ¿cuánta gente crees que trataría de ayudar a un país rico pero hambriento?
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Los que tienen un 10% más de compasión o los que tienen una codicia del 100% para obtener beneficios.
Sin embargo, mi apuesta está en el 100% codicioso.
Para citar a Adam Smith:
“No es por la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que esperamos nuestra cena, sino por su interés en su propio interés”.
La compasión es una virtud noble y deseable. Podemos sentir compasión por alguien y compartir algunas palabras o hacer algo por ellos. Pero, no nos mueve a la acción como lo hace el interés propio o la codicia. Al apelar a los intereses personales de otros, podemos hacer del mundo un lugar mejor.