No solo está bien que los medios critiquen y analicen el POTUS actual en cualquier contexto político, siempre se ha hecho. Es una parte muy importante del sistema de “controles y balance”. ¿Cómo podríamos saber qué sucede en el mundo si los medios de comunicación no nos informan al respecto?
El POTUS tiene la oficina de servicio público más alta de los Estados Unidos. Eso significa que él es un servidor público para su nación, no el gobernante de una nación que se supone debe servirle y obedecerle. Eso es lo que tanto el propio Trump como una porción sorprendentemente grande de su base todavía parecen tener dificultades para entender; Que Estados Unidos es una democracia, y lo que eso significa.
Trump habla y se comporta como si fuera el dictador de una autocracia fascista, cleptocrática, donde su palabra es la ley, y los legisladores en el Capitolio eran su personal subordinado que puede reprender y humillar públicamente a su antojo.
Parece incapaz de comprender el concepto de ser civilizado con las mismas personas que pueden salvarlo de ahogarse y, de hecho, cooperar con su equipo de rescate para mantenerse políticamente vivo. Creo que esto debe tener que ver con el hecho de que nunca sirvió en el ejército, o tuvo un jefe en toda su vida. Nunca ha tenido que seguir órdenes, reglas o “jugar bien” con nadie. Es en su propio detrimento que él es demasiado testarudo para aceptar y ajustarse a los límites y obligaciones de su nuevo rol.
El presidente actual actúa como un cleptócrata dictatorial errático que decide las verdades, hechos y leyes de la época en un momento dado, en función de sus cambios de humor. Y al igual que un gobernante despótico, se siente libre de ser terriblemente irrespetuoso con las mismas personas que necesita desesperadamente para permanecer en el cargo, y para cualquier ciudadano estadounidense o líder de estado que se sienta acosado.
Trump ha demostrado ser mentalmente incapaz de dejar de actuar como un dictador y comenzar a servir a su país como lo debe hacer cualquier presidente. Es por eso que la enmienda 25 de la Constitución ha sido debatida cada vez con más frecuencia en los últimos meses.
Una democracia es como una orquesta gigante: no puede funcionar bajo la dirección de un conductor sordo sin ritmo, que insiste en agitar sus brazos exactamente como le conviene, sin importar a qué sonata o sinfonía toque la orquesta. Es por eso que la “orquesta” de Trump está tan frustrada, crítica y ansiosa por que lo retiren de su trabajo. También lo es la audiencia global que se ve obligada a permanecer quieta y a soportar la insoportable y total caótica cacofonía que crea todos los días. Ya no tenemos una razón para creer que él nunca podrá hacer este trabajo bastante bien. Debería volver a hacer lo que sabe, ama y supuestamente tiene talento para hacerlo.