Depende de la crianza de la persona. Si, cuando eran niños, se los cuidaba y les enseñaba a manejar sus sentimientos de una manera constructiva, en lugar de actuar, entonces controlarían cualquier impulso dañino que pudiera surgir. Por ejemplo, Fred Rogers del programa PBS, Mister Rogers ‘Neighborhood , dijo una vez algo muy interesante sobre los niños expuestos a la violencia, el crimen y el sexo en la televisión. Dijo que el momento más importante para la televisión es cuando la televisión está apagada; es decir, si el niño ha visto algo perturbador o confuso en la televisión, luego es importante que el adulto le pregunte cómo se siente al respecto y que hable acerca de sus sentimientos, para que el niño tenga la manera adecuada de actuar cuando se enfrente a estas situaciones en la vida real. Además, Fred Rogers enfatizó la importancia de separar claramente la fantasía de la realidad. Por lo tanto, alguien puede fantasear con tener relaciones sexuales con un extraño o cometer un delito, pero también debe tener las habilidades para reconocer que es solo una fantasía y no debe hacerse en la vida real.
También debemos darnos cuenta de que, simplemente porque alguien más se ve o actúa de cierta manera, debemos responder con nuestro impulso intestinal. Por ejemplo, si una chica está vestida de una manera sexy, usted tiene el poder de elegir cómo responder. Puede vestirse así solo porque la hace sentir bonita, no porque quiera que la toquen. Si lava y pule su automóvil, ¿es porque quiere que otra persona ponga sus manos sobre él y lo conduzca, o es porque lo hace sentirse feliz y orgulloso de mostrarlo?
Finalmente, es importante usar la empatía, que es la capacidad de reconocer los sentimientos de los demás. De esa manera, “cuando ves a las chicas afuera, te vuelves loco y te toca tocar a las chicas”, piensas en lo mal que se sentiría si alguien te hiciera eso.
Los medios de comunicación ciertamente pueden hacer que parezca “normal” sacar repentinamente un arma y dispararle a alguien, pero como seres humanos debemos ser capaces de entender la diferencia entre estas fantasías y lo que es lo moral. Si nos sentimos confundidos al respecto, debemos tratar de encontrar una persona de confianza que nos escuche y nos ayude a llegar a un acuerdo, como un maestro, ministro / sacerdote / rabino, consejero escolar, terapeuta.