En mi experiencia, nuestras personalidades evolucionan. Pasamos por nuevas experiencias de vida, nuevas dificultades y éxitos, y estamos expuestos a cosas nuevas.
Un estudiante de primer año de universidad de 18 años, finalmente libre de la mirada vigilante de sus padres, tiene un día a día muy diferente, desafíos, preocupaciones y responsabilidades que el contador de 50 años con una esposa, 2 hijos, un jefe y una hipoteca que puede tener. Convertirse en 30 años.
Algunas cosas que afectan nuestra visión del mundo, que a su vez afecta nuestra personalidad, pueden ser grandes dificultades: enfermedades, muertes de seres queridos, injusticias que experimentamos y frustraciones; Cosas que desesperadamente queremos pero que no conseguimos.
La vida también puede ser una pequeña profecía autocumplida. Las personas felices, bien ajustadas y optimistas tienden a asociarse con otras como ellas, lo que refuerza sus actitudes. Del mismo modo, la amargura y la frustración gravitan hacia otras personas afines que se compadecen y refuerzan el resentimiento de los demás hacia el resto del mundo. Las personas con derechos tóxicos llevan esa actitud a todos los aspectos de sus vidas, lo que a su vez afecta sus relaciones con los demás.
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Como resultado, muchas personas se convierten cada vez más en la persona que ya eran, acumulando felicidad a pesar de las dificultades de la vida, o entrando en una espiral descendente de muerte del egoísmo.