Cómo amar un juguete

No es el juguete que amas. Es la idea que representa.

Ejemplo personal: caballos de juguete.

Nací siendo un niño pobre y blanco, y crecí en un pueblo de pescadores (turistas) que tenía dos clases de personas: jubilados acomodados y esclavos asalariados. El costo de la vida no era exorbitante, sin embargo, luchar por sobrevivir en un servicio del servicio postal temporal no permitía la compra, y mucho menos el mantenimiento, de un equino de carne y hueso.

Proporcionó comida, refugio y pequeños caballos de plástico con la marca “Grand Champions”. Tenía lugares salvajes para jugar y todos los aparejos y accesorios hechos a mano que requería un caballo de verdad, solo en minúscula escala.

Puede que no haya sido el verdadero negocio y tal vez me echó a perder una “manada” de ellos, pero mi amor por esos juguetes y los escenarios que representaron no tienen paralelo en esta época.

Usted no lo hace, a menos que lo animimorfice. Al carecer de la animimorfización, solo puedes apreciar / admirar / desear un juguete o sentirte preocupado por cuánto tiempo dura.