Sé por mis jefes que cuanto más exitosos y destacados eran, más les gustaba pasar su tiempo en la oficina. Dieron dinero y libertad con total autonomía a sus esposas para que las esposas nunca se quejen de la falta de atención.
Por otro lado, las personas jóvenes, ambiciosas y con dificultades en sus 30 años permanecen más tiempo en las oficinas porque piensan que al invertir su presente, pueden asegurar un futuro mucho más brillante para sus familias.
Pienso que quedarse tarde en las oficinas se convierte gradualmente en una adicción porque los trabajos nos ofrecen desafíos, recompensas, compromisos, colegas e incentivos en comparación con las vidas rutinarias y los esposos molestos en casa.
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La vida profesional del siglo XXI es diferente de las pacíficas, seguras y relajadas de 9 a 5 días laborales del pasado, cuando los papás solían venir a casa temprano para poder tomar el té con una esposa cariñosa y esperar a los niños en sus casas limpias y sencillas.
Hoy en día, la seguridad laboral es escasa con una competencia feroz en el mercado, las esposas trabajan, las damas y los niños están ocupados con las almohadillas. Salir de las oficinas antes de la partida de jefes exigentes no es recomendable de todos modos.