La respuesta simple es que la mayoría de las personas son egoístas. Están obsesionados consigo mismos y no se preocupan por los demás.
Realmente no los culpo. Todos hemos sido condicionados para ponernos en primer lugar en este mundo competitivo. Crecimos en un sistema educativo competitivo, que nos hizo aprender que tienes que luchar muy duro y competir con todos los demás para tener éxito en la vida. Nuestros padres nos enseñaron a muchos de nosotros a no ayudar a otros niños cuando pedían ayuda con respecto a los estudios.
Cuando el mundo se vuelve tan competitivo, tiendes a pensar que aquellos que son pobres o no tienen éxito están en tal estado porque no luchan por su lugar en la sociedad. Olvidamos que estas personas nunca recibieron el tipo de orientación y oportunidades que nosotros recibimos. Además, tendemos a generalizar mucho. Hay muchas personas que no pueden ir bien en la vida porque tienen una enfermedad, necesitan cuidar a otras personas o apoyan económicamente a otros miembros de la familia. Mis propios padres lo hicieron.
Tenemos que dejar de creer que estas personas no pelean. Su lucha y lucha para sobrevivir cada día es mucho más dolorosa que la nuestra. Tenemos que empezar a notar eso. Necesitamos ayudarles a hacer sus vidas más fáciles. Para hacer eso, tenemos que dejar de pensar tanto en nosotros mismos.