¿Cómo se evitan los minnesotanos de usar malas palabras?

Lo reservamos principalmente para aquellos momentos en que tiene sentido. Una vez, mi pequeño hijo me escuchó decir una fuerte “mierda” en respuesta a que algo iba mal. “Papá, dijiste una mala palabra”, le regañó. Ese día le dije que siempre necesitas una palabra para ese momento en que golpeas tu pulgar con un martillo, pero pierdes el poder de esa palabra si la agregas constantemente a tu conversación diaria.

Parece que ha tomado. Acabo de pasar tres días de excursión en Colorado con ese hijo y no hubo un momento en el que se necesitaran explosiones.