¿Qué hice cuando me enojé con mi hijo adolescente?
El conflicto parece una parte inevitable de la vida familiar cuando los adolescentes están en el hogar. Los niños a esta edad presionan a sus padres en su necesidad de autonomía de desarrollo. Y a veces presionan más cuanto más estrecha es la relación con los padres. Desafían las reglas del hogar si no parecen justas o parecen arbitrarias. Además, sus cerebros se han desarrollado hasta el punto en que ahora saben cómo presentar argumentos convincentes. Y practicarán esta nueva habilidad.
Para mí, primero, depende de lo enojada que estuviera. Si me enojara tanto que creía que no respondería bien, me tomaría un descanso solo. Nadie toma buenas decisiones bajo la influencia de la ira caliente y fresca. Una vez que la ira inicial pasó, entonces consideraría formas de responder. (Debo agregar que este fue un proceso de aprendizaje basado en los momentos en que no era elegante en mi respuesta y en la búsqueda de una mejor manera)
Siempre pensé que la forma en que respondía a mis hijos no era solo sobre mí y la necesidad de desahogarme. Fui su modelo principal de cómo se reacciona ante situaciones desafiantes y cómo se regulan las respuestas emocionales.
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También aprendí que mi ira era a menudo una manifestación de miedo.
Después de calmarme, me sentaba y le hacía saber al niño que estaba enojada. En este punto, ni siquiera es necesario gritar o hablar con un tono de voz áspero. Podría decir con calma algo como:
“Estoy enojado porque te quedaste fuera toda la noche y no sabía dónde estabas. Me asusté porque no sabía si estabas a salvo.
Y entonces la conversación puede comenzar.