Fui uno de los únicos niños en mi grupo social que tenía un auto a los 17 y Holy Crap me acostumbraba constantemente.
Me tomó un poco darme cuenta de que mis “amigos” eran clientes de taxis que no pagaban, luego comencé a pedir dinero por mi tiempo y gasolina. A mis “amigos” no les gustó y en poco tiempo dejaron de intentar usarme. Perdí “amigos”, pero obviamente no eran amigos de todos modos.