Descartar cosas afirma la suficiencia. Dice que habrá más. Dice que no dependes de lo que tienes ahora. Sus necesidades serán satisfechas sin compromiso por su parte. Perder sin consecuencias demuestra que estás seguro. Si el desperdicio tiene consecuencias personales, muestra que estás al borde de la supervivencia. Preferible estar bien alejado del borde, en la mente del derrochador. Aquellos que corren más mal pueden estar contentos de tirar las cosas porque les niega a otros el uso de ellas.
La imagen de las necesidades no satisfechas de otros subraya la inseguridad. La condición de los necesitados es algo que se debe temer. Compartir te acercará más a ellos, cuando quieras estar más lejos. Los residuos muestran la diferencia.
A veces, los objetos son abrumadores, y descartarlos parece ser la única forma de escapar de tener que manejarlos. Conozco a alguien en el extremo opuesto de ese espectro. Él asume compulsivamente la responsabilidad por los objetos. Recuperará objetos del bordillo que no necesita, los llevará a casa y buscará a alguien que los use. Si acepta, él lo comprobará más tarde para asegurarse de que lo está utilizando. Si no lo eres, intentará recuperarlo. Esto es muy bien intencionado pero horrible. Una especie de acaparamiento por poder. Y todas mis cosas ya son viejas.
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