Es una buena pregunta, pero muy difícil de responder.
La investigación de la personalidad es un lugar turbio. Incluso la definición de personalidad no está aceptada universalmente entre los investigadores de personalidad. (Algo gracioso si lo piensas.) Puedes leer más sobre esto aquí: http://www.quora.com/Personality/What-is-personality
En general, los rasgos de personalidad se consideran patrones estables en cada individuo que lo distinguen de otros individuos (Roberts, Wood y Caspi, 2008). Sin embargo, el grado en que son estables sigue siendo controvertido. Algunos investigadores están contentos con la idea de que la personalidad está sujeta a cambios. Otros piensan que si una medida ha cambiado con el tiempo, entonces, por definición, lo que se midió no fue la personalidad, ya que evidentemente no es perdurable. (Una analogía: algunos investigadores ven la personalidad como un yeso duro; una vez que se establece, ya no es maleable; otros lo ven como un yeso suave).
LOS GRANDES CINCO representan 5 facetas de la personalidad (apertura a la experiencia, conciencia, extroversión, amabilidad, neuroticismo) que han alcanzado cierto consenso entre los investigadores de la personalidad. En un escaneo de la literatura, vi algunos artículos que demostraron que estos permanecen estables en el tiempo. Vi otros artículos que mostraban lo contrario. Esta no es mi área de especialización, por lo que no estoy familiarizado con todas las críticas de interpretación. Quizás alguien más puede saltar aquí e informarnos.
De todos modos, el campo de la psicología clínica se basa en la idea de que cierto grado de cambio es ciertamente posible para los individuos. (De lo contrario, ¿por qué tendríamos terapeutas y por qué la gente pagaría para verlos?) Si el cambio que es posible desde la terapia constituye un cambio de personalidad es otra cuestión. ¿Qué crea este cambio? ¿Puede un cambio de actitud engendrar un cambio clínicamente significativo? Cada una de estas son preguntas enormes. Y no todos están de acuerdo con las respuestas.
Otra cosa a destacar es la confusión sobre el término actitud. En el lenguaje común, la actitud se refiere a algo muy cambiante, muy bajo control consciente. Uno puede tener una mala actitud (o negativa), y luego ellos mismos tendrán una buena actitud (o positiva). En este sentido, la actitud puede representar cómo uno ve, interpreta o reacciona ante una situación (o situaciones en general).
En psicología social, el término actitud se usa de manera diferente. Una actitud es una evaluación aprendida de algo, una valoración vallada. Hay una gran cantidad de investigaciones de psicología social, neuroimagen y neurociencia básica que sugieren que las actitudes pueden no cambiarse tan fácilmente. Al menos ciertos componentes de las actitudes pueden estar asentados en sistemas psicofisiológicos complejos que pueden no estar bajo control consciente deliberativo. Dicho esto, no somos esclavos de nuestros procesos inconscientes. Incluso si tenemos sesgos latentes, no siempre tenemos que actuar sobre ellos. Una vez que estamos familiarizados con nuestras reacciones habituales, podemos optar por reducir la velocidad en situaciones en las que es probable que funcionen los sesgos implícitos e intentar anular los procesos implícitos con los explícitos. La investigación en psicología social ha demostrado que las personas pueden tener éxito en este momento dado, recursos cognitivos, etc. (Monteith, 1993).
Veo la personalidad como algo similar. Es una plataforma desde la que operamos. Podemos o no poder alterarlo, pero en realidad no importa. Puede representar una colección de tendencias, pero no es el destino. Incluso si somos adversos a los riesgos constitucionales, podemos subir a esa montaña rusa. Incluso si no somos asertivos por naturaleza, podemos pedir un aumento a nuestro jefe. Incluso si tendemos a enojarnos fácilmente, podemos usar estrategias de afrontamiento. Incluso si somos propensos a la ira y la agresión, podemos practicar la paz.