¿Están los humanos conectados para juzgar a otros humanos? ¿Por qué nos deslizamos subconscientemente en la zona de juicio a veces?

Aquí hay algunas generalidades:

Todos los seres vivos están programados para emitir juicios sobre todo en su entorno para su adaptación y supervivencia.

Todos los insectos y animales se juzgan entre sí por la misma razón, la supervivencia.

Los humanos están definitivamente programados para hacer juicios de otros humanos en todos los niveles de conciencia. Hacemos esto por la supervivencia y para asignar rango a nosotros mismos.

Es perfectamente normal deslizarse en juicios. Todos lo hacemos.

Una cosa que los humanos tienen, sin embargo, es la capacidad de observar las cosas que hacemos instintivamente, suspenderlas y elegir si actuarlas o no darles algún poder. Es posible que no podamos detener los juicios, pero podemos estudiarlos a medida que se mueven y elegir dejar que sigan adelante. Esta capacidad proviene de la parte más nueva de nuestros cerebros, el neocórtex en el lóbulo frontal y es relativamente reciente, en el tiempo geológico.

No podemos evitar comparar nuestras vidas y nuestro comportamiento con los demás, y queremos asegurarnos de que hemos tomado las mejores decisiones. Sin embargo, puede ser disuadido con un pensamiento cuidadoso y crítico.

Una regla de oro: evitar suposiciones.

Algunos espiritistas llaman a esto la zona de pensamiento. O la conciencia colectiva.

Entonces, cuando los pensamientos se vuelven un poco abrumadores, uno comienza a meditar para imitar lo que haría la conciencia pura en este caso: simplemente observe

Juzgar es comparar. La comparación es fácil cuando no hay estándar. Está bien comparar y juzgar, siempre y cuando se guarde el juicio para usted mismo. Las cosas van mal cuando intentas predicar y universalizar tu juicio, es decir, tus valores.

Competimos entre nosotros, comparamos y traemos nuestra moralidad para justificar nuestro juicio. Nuestro juicio inicial es nuestra primera barrera de defensa. No puedes evitarlo. Todos somos sospechosos por naturaleza.

Absolutamente sí a ambos y podemos agradecer a la evolución por esto. En los días de las cavernas,
no tuvimos el lujo del tiempo para reflexionar sobre los emotivos de nuestro prójimo o situación. Teníamos que reaccionar rápido para sobrevivir. Ahora tenemos ese lujo e incluso cuando la supervivencia no es el problema, ese instinto primordial para juzgar está ahí.

Podríamos serlo, pero también podemos elegir la aceptación, ya que tenemos en cuenta que juzgamos y luego lo dejamos ir con la misma rapidez. Esto nos impide tomar decisiones personales de otros.