Cuando era niño, mi hermano mayor me convenció de que las cosas se reducen en número si las cuentas.
Dejame explicar. Mi hermano solía escabullirme de mis cosas (lápices de colores, chocolates, globos de agua, etc.) uno por uno. Sabía que mis cosas tenían una tendencia a “desaparecer”, así que mantuve un control del conteo. Cuanto más contaba, menos se hacía el número. Finalmente, mi hermano me convenció de que desaparecían porque los contaba. Estaba tan convencido de que nunca conté nada que me gustara, ¡ni siquiera las estrellas!