Absolutamente.
Aquí hay una regla simple que utilizo al considerar a quién invitar a una fiesta:
- ¿Me gustaría que esa persona estuviera allí?
- No hay paso 2.
Si quieres que esa persona esté allí, ¡invítala! Si responden a la invitación diciendo: “No te conozco muy bien”, di: “es cierto, pero me encantaría tener la oportunidad de conocerte mejor. ¡Deberías venir de todos modos!”