Por supuesto, y pasa todo el tiempo.
Constantemente somos víctimas de sesgos sociales (falacias) que nos influyen para pensar o actuar de una manera particular. Por ejemplo, podemos seguir el consejo de alguien solo porque lo vemos como una figura de autoridad, independientemente de si este es realmente el caso o no. (Solo recuerda los experimentos de Stanley Milgram para la prueba).
En el cerebro humano, existe un llamado Sistema Límbico que adapta nuestras emociones y necesidades básicas (hambre, saciedad, sed, sexo) a la actividad motora. Entonces, cuando tenga hambre, por ejemplo, tratará de restaurar su suministro de alimentos, aunque incurra en una pequeña pérdida (es decir, monetaria). Lo mismo ocurre con la sed y el sexo. Campañas publicitarias con deliciosos pasteles de frutas y Big Mac’s, damas y caballeros sexys, acaban de llamar nuestra atención de inmediato, aunque no estemos interesados en el fenómeno particular en cuestión. Estos impulsos han evolucionado en los seres humanos desde tiempos inmemoriales, por lo que es imposible cambiarlos.
He hecho un video sobre el Sistema Limbic en YouTube, puedes verlo en:
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El caso que menciono en el video es el olor, que también puede afectarnos subconscientemente, porque las señales olfativas no tienen que pasar por el tálamo como centro de relevo antes de llegar a la corteza cerebral. Es por eso que los olores despiertan emociones vívidas y placenteras (o desagradables) casi instantáneamente. Por ejemplo, el olor de las galletas con chispas de chocolate puede traer recuerdos de sus largos días con la abuela o la cafetería de la escuela y algunos amigos de la infancia.
No puedo enumerar todo aquí, por supuesto. Te aconsejo que leas el libro Influencia de Robert Cialdini. Menciona 7 (supongo) poderosas herramientas psicológicas que influyen en las personas. Se pueden usar para bien … y para mal. Estoy seguro de que será útil.