El sexo en muchos sentidos es un poco como una droga. De la misma manera, un divertido paseo en un parque temático, o sentir amor por un miembro importante de la familia (o SO), o obtener una puntuación alta en un juego se siente bien, el sexo se siente bien.
Cuando una persona tiene relaciones sexuales, particularmente en el orgasmo, su cerebro produce un montón de dopamina, serotonina y oxitocina, entre otros “químicos felices”. Tener relaciones sexuales hace que una persona se sienta más conectada con sus compañeros humanos y, por extensión, con su humanidad.
Cuando una persona se encuentra en un estado emocional “bajo”, tiene sentido que intenten volver a ponerlo en su línea de base al involucrarse en comportamientos que los hagan sentir bien. Para un niño, pueden comer dulces o abrazar un osito de peluche o una manta de confort. Como adulto, también podemos comer (especialmente comida rápida) o buscar consuelo social en los brazos de una persona con quien nos sentimos seguros y cómodos. Si también tenemos una conexión romántica o lujuriosa con la persona con la que buscamos consuelo, un simple abrazo combinado con la necesidad de cercanía y conexión social puede llevar al sexo.
Esto sucede mucho más en películas que en la vida real porque es bueno para la trama y el conflicto de la historia.
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