La razón es porque somos más sensibles a ciertas frecuencias. Por ejemplo, la voz humana está en el rango de las frecuencias medias. Estamos inclinados a centrarnos en estas frecuencias por razones evolutivas.
De hecho, el sonido del llanto de un niño (frecuencias medias-altas) es uno de los sonidos más molestos y urgentes que podemos escuchar, y eso refuerza la idea de ser más sensible en cierto rango.
El teléfono es otro ejemplo. El sonido típico de la voz humana a través de la línea telefónica tiene un aumento en algunas frecuencias medias superiores y un corte en las frecuencias graves para lograr una mayor claridad.
Aunque podemos escuchar un amplio rango de frecuencias (20Hz a 20Khz), ciertamente somos más sensibles en el rango medio-alto. Este es un hecho bien conocido.
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Además, como sucede con las voces humanas, nos aferramos bastante a él porque escuchamos el instrumento vocal todos los días, incluso antes del nacimiento. Sabemos si una voz está haciendo algo extraño porque estamos muy familiarizados con ella.
El bajo es más sentido que escuchado en ciertos géneros y puede agregar mucho ruido en cierto contexto. El bajo y los medios medios suelen ser la base del ritmo de la canción y no siempre tienen la intención de tener un rol melódico. Los agudos (platillos – hihats – silbidos agudos) deben volverse ásperos y agotadores con facilidad. Es por eso que no tendemos a saber exactamente qué está pasando en estas frecuencias.