Aunque puede haber otras razones también, y posiblemente se hayan ofrecido algunas justificaciones, tengo pocas dudas de que la destrucción de templos y sitios antiguos en Siria e Irak, por el llamado Estado Islámico, son muy buenos ejemplos de envidia en acción. Al destruir los logros de las civilizaciones antiguas, ISIS, que previamente se había arrogado a sí mismo, en imaginación, un califato que superaría a todos los demás, ha intentado eliminar el objeto de su envidia, la evidencia del pasado de quienes lograron sobrevivir. , y crear algo duradero y superior, que no pudieron.
No estoy seguro de cómo la malicia se relaciona con la envidia. A pesar de su temible reputación, sospecho que la malicia es aún menos destructiva que la envidia, aunque sin duda viajan juntas.