(¿Los mira a la cara? Es un caldero de peces completamente diferente.)
Consiga algunas fotos de niños. Cree un libro, con varios intercambios, y utilizando las imágenes de archivo y algunas fotos de su hijo. Ejemplo:
¿Hola! Cómo estás?
¿Estoy bien cómo estás?
Veo que estás jugando con los coches. ¿Puedo compartir con ustedes?
¡Por supuesto! [También puedes crear otra conversación en la que el otro chico diga No y se modela otra respuesta].
Me gustaría seguir jugando, pero veo a un profesor. Es hora de ir al colegio.
Está bien, guarda tus coches. Me alegro de poder jugar contigo.
Una vez que haya terminado su libro, tenga un período en el que usted y su hijo representen las conversaciones.
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También vea si hay un grupo de juego en el vecindario o una sesión de juego organizada en una biblioteca o en un centro de ciencias. Lea el libro junto con su hijo, llévelo a la sesión de juego, pídale que ensaye los intercambios del libro y déjelo en paz.
A medida que se sienta más cómodo con los demás niños, pídale que se haga con el nombre de un niño. Añadir dos hijos más, uno por uno. No le preguntes cómo le fue cada día, pregúntale cómo lo hicieron los otros dos niños. (Los niños pequeños pueden ser muy reticentes.) Desde allí, ustedes dos pueden hablar sobre su día. También puedes descubrir algo bastante original: lee el cuento de Shirley Jackson, “Charles”.
Si su hijo parece realmente temeroso, busque un buen terapeuta infantil y pídale que le enseñe a relajarse. Esta es una ayuda para el futuro: una infancia temerosa puede llevar a una adultez deprimida.